El Santo Padre visita la parroquia romana de San Gregorio Magno. En su homilía advierte que el pecado nos convierte en ‘corruptos’ y ‘nuestra alma comienza a oler mal’
Este quinto domingo de Cuaresma, por la tarde, el papa Francisco ha realizado una visita pastoral a la parroquia romana de San Gregorio Magno en el barrio Portuense. Como es costumbre, el Santo Padre ha saludado a los fieles y parroquianos y ha celebrado diversos encuentros con los niños y adolescentes; con los enfermos y los ancianos; con los novios y con los matrimonios jóvenes, cuyos hijos acaban de recibir el Sacramento del Bautismo.
En esta ocasión han sido presentadas al Pontífice las distintas realidades sociales de la zona, entre otras, la Asociación de integración social para personas discapacitadas “Lámpara de los deseos” y la Cooperativa “La Prora”, que se ocupa de la reinserción laboral de los ex reclusos y ex toxicómanos. Además, el Papa ha visitado la Casa de la Caridad, una estructura parroquial, animada por las Carmelitas Menores de la Caridad y diversos voluntarios. Luego ha confesado a cinco fieles en la sacristía. La celebración de la Santa Misa ha coronado la visita a esta parroquia de la periferia romana.
En su homilía, retomando el Evangelio del día sobre la resurrección de Lázaro, el Santo Padre ha señalado que si permanecemos apegados al pecado nos convertimos en «corruptos». Por este motivo, es necesario «salir de las zonas muertas del corazón», de las «tumbas», de la «necrosis espiritual.» Esta ha sido la principal exhortación del Pontífice a los numerosos fieles presentes en este templo de la Magliana.
«Todos somos pecadores -ha asegurado el Papa-, pero debemos tener cuidado de no convertirnos en corruptos». «Sólo Jesús puede ayudarnos a escapar de las tumbas del pecado, de las zonas muertas de nuestro corazón», ha insistido.
«Si estamos muy apegados a estas tumbas, y las protegemos dentro de nosotros y no queremos que todo nuestro corazón resurja de nuevo a la vida, nos corrompemos y nuestra alma comienza a oler mal, al olor de la persona que está unida al pecado», ha añadido.
En este sentido, Francisco ha invitado a tener la fuerza para escuchar lo que Jesús le dice a Lázaro: ‘¡Lázaro, sal fuera!’ «Así os invito a pensar por un momento en silencio: ¿Dónde está mi necrosis? ¿Dónde está la parte muerta de mi alma? ¿Dónde está mi tumba? Y quitar la piedra, quitar la piedra de la vergüenza… Oigamos la voz de Jesús que, con la potencia de Dios, nos dice: ‘Sal, sal fuera de esa tumba dentro de ti'», ha enfatizado.
Como ya había hecho en el Ángelus de esta mañana, el Papa ha regalado a todos los feligreses una edición de bolsillo del Evangelio. «Llevadlo siempre con vosotros -ha instado el Santo Padre al final de la homilía-, abridlo y leed algo del Evangelio cuando estéis en una cola o en el autobús, pero sólo si estáis sentados cómodos, sino prestad atención a los bolsillos… Hará mucho bien, un poco cada día».