DELEGACION DIOCESANA DE PASTORAL FAMILIAR.

DELEGACION DIOCESANA DE PASTORAL FAMILIAR.

CURSO 2012-2013

Queridos amigos de la Delegación de Pastoral Familiar de Granada:

Nos llena de alegría volver a saludaros después de estos días en que hemos aprovechado para renovar las fuerzas y para hacer esas otras cosas a las que a veces no llegas y que son necesarias en la vida de familia.

Comenzamos un nuevo curso de trabajo en la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar, y queríamos lo primero ponernos de acuerdo con vosotros, nuestro único deseo es servir, ser instrumentos dóciles para que sea el Espíritu Santo el que actúe.

No pudimos estar en Milán con el Santo Padre, pero nos parecen todo un programa sus palabras de ánimo para trabajar por la familia, pues sin la familia no hay futuro para la humanidad. Sentimos una gran preocupación por los matrimonios jóvenes, cada vez más alejados de tener modelos donde puedan ver a la familia en su singularidad sustancial: la de una comunión de amor, fundada sobre el matrimonio y llamada a ser un santuario de la vida, pequeña Iglesia, célula de la sociedad.

Respecto a este curso que comienza:

• Una impresión: “la alegría de sentirnos familia” una familia amplia y extensa.

• Una seguridad: “Dios nos ama inmensamente” a todos.

• Un lema para este curso “No os guardéis a Cristo para vosotros mismos”.

• El trabajo para este curso: “Acoger a todos” sentirnos todos familia.

Ante este nuevo curso, reconocemos que solo El puede, vemos cada vez más nuestra pequeñez y la necesidad de los demás. Solo El puede, como decía recientemente el Santo Padre, “edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Santísima Trinidad, y de evangelizar no solo con la palabra, sino también por irradiación, con la fuerza del amor vivido, porque el amor es la única fuera que puede transformar el mundo”. Este queremos que sea nuestro único programa para este curso.

Pedimos juntos a la Santísima Virgen de las Angustias que en nuestras familias se viva el espíritu de acogida, que nuestros movimientos sean de verdad familias donde nadie se sienta extraño, que nuestra Iglesia sea cada vez más casa y escuela de comunión para todos los hombres, especialmente para los que están alejados.