Palabras acertadas, aún más hoy porque muchas veces los Cursos de Formación al Matrimonio y a la Vida de Familia, los ven los novios como mero trámite de naturaleza exclusivamente formal, necesario para el expediente.
Es necesario aprovechar tanto el diálogo del sacerdote con los novios, como las ocasiones que se presenten durante el curso, ocasiones que muchas veces serán las únicas para valorar con toda seriedad y la atención que requiere el matrimonio, y para intentar que los contrayentes conozcan las responsabilidades a las que se van a comprometer, a través de un diálogo lleno de respeto y de cordialidad que ayude a la persona a ponerse seriamente ante la verdad sobre sí misma y sobre su propia vocación humana y cristiana al matrimonio”.
Concluía el Santo Padre haciendo una llamada a preocuparnos sobre el matrimonio y la familia: “Demasiado grande es el bien que la Iglesia y toda la sociedad esperan del matrimonio y de la familia fundada sobre él, para no comprometerse a fondo en este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y defendidas de cualquier posible equívoco sobre su verdad”.