familias nuevas de los focolares pasan un día en el campo.
Os copiamos esta reseña del día que Familias Nuevas de los Focolares pasaron el sábado 4 de mayo. Fue un paseo por el campo sobre todo pensando en los más pequeños de la casa:
El punto de encuentro fue el Santuario de Fátima en la Lancha de Cenes, allí nos juntamos para comenzar juntos el día participando en la Eucaristía, que tiene que ser el principio de toda la vida de familia, mucho más cuando son varias las que se juntan. Allí aprovechamos para recordarnos que tenemos que amarnos, los unos a los otros teniendo como modelo a Jesús; fue como hacer un “Pacto” entre los que estábamos allí. También nos recordamos un secreto: “si nos olvidábamos, siempre podíamos empezar de nuevo”.
La idea era ir desde allí hasta el Llano de la Perdiz, aprovechando para hacer grandes descubrimientos con los restos que por el camino nos íbamos encontrando. No todos podían ir andando, porque también venían nuestros abuelos y algunas personas mayores, así que unos fuimos andando y otros en coche.
La naturaleza estaba que reventaba y había montones de flores por donde íbamos. Por el camino, sobre todo los más pequeños, quedaron sorprendidos a pasar por el interior de una cantera. Nos contaron la historia, pues datad desde los romanos. Era una mina de oro que también explotaron los árabes, incluso los franceses.
La verdad es que el sol ya calentaba y costaba trabajo seguir adelante, por eso tuvimos que hacer un alto y refrescarnos, pero rápidamente continuamos la marcha y por fin llegamos al Llano de la Perdiz, donde por fin pudimos comer y sobre todo jugar mucho.
También hubo un momento muy bonito después de comer donde nos recordamos la Palabra de Vida de Mayo “Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante”, es del Evangelio de San Lucas, algunos contaron como podían hacer para vivir esta bonita palabra de vida, y siempre hay algo que podemos dar, Chiara se lo recordaba en una ocasión a los más pequeños, los Gen 4 (chicos y chicas entre 4 y 8 años) les decía que aunque fueran pequeños, que siempre podían dar algo: “una sonrisa, una mano, podían dar animo a sus compañeros, ayudar en casa… Al final, todos, grandes y pequeños volvían a casa con el deseo de vivirla y poder contar muchas experiencias de cómo les había ido.