En medio de esta realidad de pandemia, podemos plantearnos mil y una situaciones con sus circunstancias. Nosotros nos vamos a centrar en el ámbito familiar.
Realmente miramos con preocupación las experiencias que se pueden estar viviendo en tantas familias. Podemos recordar a cuantas estaban sufriendo una separación o divorcio y no tienen una respuesta adecuada por este momento crítico. Han de seguir una relación con demasiada tensión, reflejada en aumento de diferencias, descontrol en toma de decisiones, inseguridad en los más vulnerables (como pueden ser los hijos o si hubiera abuelos) en el mismo espacio.
Podemos recordar a aquellas otras que viviendo una situación de dureza por falta de trabajo, ingresos económicos, apoyo familiar…ahora se descubren tan desangelados que no ven salida a su situación y es difícil encontrar una ayuda adecuada.
Sabemos que se dan situaciones donde la familia es monoparental y está la dificultad de quién cuida a los hijos para poder trabajar, y si no se trabaja, quién y cómo se cubren las necesidades de estos.
Pueden darse hasta situaciones más críticas cuando dentro del seno familiar algún miembro tiene algún tipo de adicción, cómo se le ayuda, cómo se apoya, cómo se está.
Seguro que hay familias que cuentan con un familiar que sufre una enfermedad compleja, una discapacidad que le impide su propio control, siempre será una situación que desborda las posibilidades de cuantos conviven en ella, pero que no le abandonan.
Igualmente existe la situación de personas que habiendo querido lo mejor para su familiar más cercano (padre, madre, hermano, hijo …) buscaron plaza en una residencia y ahora se encuentran con la imposibilidad de un acercamiento, un acompañarles. Se descubren inválidos para apoyarles, impotentes ante las circunstancias.
Pero entonces de esta situación de epidemia, que podemos concluir de positivo. Pues que la familia sigue siendo el lugar adecuado para afrontar las situaciones adversas. Nos ayuda a descubrir la riqueza de saber cuál es la esencia de la familia. Hace que nos miremos reconociendo lo que cada uno somos y estamos llamados a ser en ella. Y cuando algo se dificulta para su ensamblaje, nos estará recordando que siempre hay algo bueno para el otro que podemos hacer o dejar de hacer, buscando su bien.
Si miramos la familia que para nosotros es modelo , la familia de Nazaret, descubriremos cómo fiándose de Dios todo va adelante, hasta lo que creemos imposible, pero es verdad que también cada uno ha de poner su talento en ello.
Nada se cambia porque sí, todo requiere de un esfuerzo de comprensión, cercanía, caridad, esperanza en el otro, confianza en Dios, y aprender lo que estamos llamados a ser con más plenitud: HIJOS, HERMANOS, ESPOSOS y PADRES, a ser FAMILIA.
Pastoral Familiar