Fuente: Subcomisión de Familia y Vida. CEE.
Está en tus manos
RITOS INICIALES
Monición de entrada
En nuestro camino espiritual de la Cuaresma la Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Anunciación del Señor cuando, llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre.
La Iglesia no podría encontrar mejor fecha en el año para celebrar una jornada por la vida que este día, nueve meses antes del día de Navidad. Celebrar con gozo que la Palabra se hizo carne en el seno de María nos mueve a ofrecer nuestra voz a aquellos que, en el seno de sus madres, aún no tienen voz.
Con el lema «¡Es mi vida! Está en tus manos» los cristianos somos invitados este año a intensificar nuestro testimonio a favor de la vida y a trabajar en la formación de las conciencias, así como a transmitir una clara esperanza a los padres con dificultades para que sepan que no están solos.
Acto penitencial
El Señor Jesús, que por nosotros y por nuestra salvación se hizo hombre, intercede ahora por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.
— Tú, que te hiciste hombre en las entrañas de la Virgen. Señor, ten piedad.
— Tú, que has compartido en todo nuestra condición humana menos en el pecado. Cristo, ten piedad.
— Tú, que fuiste fiel hasta la muerte para que nosotros tengamos vida. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria.
Oración colecta
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a la profesión de fe
Como hacemos cada domingo y en todas las solemnidades del año litúrgico, ahora profesaremos la fe de la Iglesia. Hoy, como volveremos a hacer dentro de nueve meses cuando celebremos el nacimiento de nuestro Salvador, después de las palabras «Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre», nos arrodillaremos y estaremos en silencio durante un instante.
Aprovechemos este momento para contemplar y adorar el misterio de su Encarnación, aquel momento cumbre de la historia en el que Cristo Jesús inició su vida humana.
Se dice Credo.
Oración de los fieles
Para Dios nada hay imposible. Haciendo nuestros los sufrimientos y angustias de toda la humanidad, especialmente las de los niños no nacidos que sufren la amenaza del aborto, dirijamos a Él nuestras súplicas con la firme esperanza de que sean escuchadas.
Oremos, en primer lugar, por la Iglesia extendida de oriente a occidente. Para que, a ejemplo de la Virgen María, acoja, celebre y anuncie el Evangelio de la vida. Roguemos al Señor.
Oremos por los gobiernos y los legisladores de las naciones. Para que, iluminados por el Espíritu Santo, protejan eficazmente el derecho de la vida desde su inicio hasta su fin natural. Roguemos al Señor.
Oremos, de un modo especial en esta jornada por la vida, por los niños no nacidos amenazados por el aborto. Para que nadie cuestione ni atente contra su derecho a nacer. Roguemos al Señor.
Oremos también por los padres con dificultades ante el próximo nacimiento de su hijo. Para que descubran que no están solos y que en la Iglesia siempre encontrarán un hogar que les acoge. Roguemos al Señor.
Oremos agradecidos por las instituciones eclesiales y civiles que ofrecen un apoyo integral a las mujeres gestantes. Para que no les falte nunca nuestra oración y apoyo. Roguemos al Señor.
Oremos, como hacemos siempre, por todos aquellos que sufren en su cuerpo o en su espíritu. Para que reciban la ayuda que viene de lo alto y no les falte la ayuda fraternal de los cristianos. Roguemos al Señor.
Y oremos por nosotros, que nos preparamos para renovar en la noche santa de la Pascua el Bautismo por el que fuimos incorporados a la vida nueva de la gracia. Para que, animados por esta jornada y alimentados con el pan vivo bajado del cielo, estemos siempre dispuestos a defender el gran don de la vida humana. Roguemos al Señor.
Oh Dios, Creador nuestro, escucha nuestras súplicas confiadas: que la Virgen María, Madre de tu Hijo, acompañe los trabajos en defensa de la vida e ilumine a todas las madres para que reconozcan en sus hijos que van a nacer el bien que puede llenar de alegría y plenitud sus vidas; y a nosotros, creados a tu imagen y semejanza, concédenos anunciar con fidelidad el Evangelio de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.
RITO DE CONCLUSIÓN
Oración después de la comunión
Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe, mediante los sacramentos que hemos recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del reino por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición solemne
El Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones.
R. Amén.
Que os acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien habéis recibido al Autor de la vida.
R. Amén.
Y a todos vosotros os conceda el Señor de la vida la alegría del Espíritu y los bienes de su reino.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Fuente: Subcomisión de Familia y Vida. CEE.