La familia, sujeto de la Nueva Evangelización.En el contexto de la nueva evangelización a la que nos convoca Benedicto XVI, conscientes de vivir en una sociedad con claros signos de esperanza como se ha puesto de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud, pero al mismo tiempo convulsa, con temores y momentos de desesperanza, la familia tiene un papel muy especial. La primera manifestación de la misión de la familia cristiana como Iglesia doméstica es la transmisión de la fe. La familia nos descubre que formamos parte de una historia de amor que nos precede, no solo por parte de los padres y abuelos sino, de un modo más fundamental, por parte de Dios, según se ha manifestado en la historia de la salvación.
Somos eslabones de una cadena. Hemos recibido la fe y nos corresponde transmitirla con las palabras y hacerla creíble con el testimonio de nuestra vida.
Por ello, además de ser objeto de una urgente Evangelización, como evidencia la situación de crisis planteada, a la familia le corresponde responsabilizarse de la enorme y trascendente misión de participar como sujeto activo en la Nueva Evangelización.
El mundo actual desarraigado de la casa de la fe, deja a muchas personas confundidas por mensajes falsos y manipuladores, heridas por experiencias negativas y engaños. Está por ello tan necesitado de esta Evangelización para construir una vida y requiere entonces de modo especial el testimonio de la familia cristiana y la vida de la Iglesia. Esta vida lleva la impronta de aquello que distingue y diferencia a la familia: origen de la vida, imagen de la Trinidad y casa de comunión. La verdad de un amor misericordioso regenera a la persona y la capacita para vivir el amor verdadero.
Al igual que en otros tiempos difíciles la evangelización fue llevada a cabo por las comunidades cristianas y el monacato, hoy corresponde a las familias cristianas, fieles a la Iglesia, ser sujetos activos de la Nueva Evangelización.
En estos momentos las familias, con su capacidad de organización y asociación, deben ser impulsoras de una justa política familiar que responda a sus derechos, necesidades e ilusiones y que responda así a los deseos de la inmensa mayoría de nuestra sociedad en sus problemas de vivienda, educación, conciliación laboral, etc. Se trata de una tarea urgente e inaplazable.
Europa necesita de la familia y no es posible la regeneración de Europa si no pasa por la realidad de la familia tal y como Dios la pensó. Como recordó Benedicto XVI en una de sus audiencias de este año: «En la Europa de hoy, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una especial responsabilidad en la defensa y promoción del valor de la familia fundada en el matrimonio que, por lo demás, es decisiva tanto en el ámbito educativo como en el social».
En estas Navidades, pedimos a la Sagrada Familia que nos haga profundizar en nuestra conciencia recordando en nuestras oraciones y ayudando en la medida de nuestras posibilidades de manera especial a cuantos sufren las consecuencias de la crisis. Igualmente pedimos por crecer en la responsabilidad de nuestra misión como familia cristiana con la vista puesta en el próximo Encuentro Mundial de Familias con el Santo Padre Benedicto XVI (Milán 2012). Para ello proponemos la inestimable ayuda que supone trabajar en nuestros respectivos ámbitos las catequesis elaboradas a tal fin con el sugestivo y oportuno título de «La Familia: el trabajo y la fiesta» encomendándonos a María Santísima Reina de las Familias.
Los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida.
Somos eslabones de una cadena. Hemos recibido la fe y nos corresponde transmitirla con las palabras y hacerla creíble con el testimonio de nuestra vida.
Por ello, además de ser objeto de una urgente Evangelización, como evidencia la situación de crisis planteada, a la familia le corresponde responsabilizarse de la enorme y trascendente misión de participar como sujeto activo en la Nueva Evangelización.
El mundo actual desarraigado de la casa de la fe, deja a muchas personas confundidas por mensajes falsos y manipuladores, heridas por experiencias negativas y engaños. Está por ello tan necesitado de esta Evangelización para construir una vida y requiere entonces de modo especial el testimonio de la familia cristiana y la vida de la Iglesia. Esta vida lleva la impronta de aquello que distingue y diferencia a la familia: origen de la vida, imagen de la Trinidad y casa de comunión. La verdad de un amor misericordioso regenera a la persona y la capacita para vivir el amor verdadero.
Al igual que en otros tiempos difíciles la evangelización fue llevada a cabo por las comunidades cristianas y el monacato, hoy corresponde a las familias cristianas, fieles a la Iglesia, ser sujetos activos de la Nueva Evangelización.
En estos momentos las familias, con su capacidad de organización y asociación, deben ser impulsoras de una justa política familiar que responda a sus derechos, necesidades e ilusiones y que responda así a los deseos de la inmensa mayoría de nuestra sociedad en sus problemas de vivienda, educación, conciliación laboral, etc. Se trata de una tarea urgente e inaplazable.
Europa necesita de la familia y no es posible la regeneración de Europa si no pasa por la realidad de la familia tal y como Dios la pensó. Como recordó Benedicto XVI en una de sus audiencias de este año: «En la Europa de hoy, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una especial responsabilidad en la defensa y promoción del valor de la familia fundada en el matrimonio que, por lo demás, es decisiva tanto en el ámbito educativo como en el social».
En estas Navidades, pedimos a la Sagrada Familia que nos haga profundizar en nuestra conciencia recordando en nuestras oraciones y ayudando en la medida de nuestras posibilidades de manera especial a cuantos sufren las consecuencias de la crisis. Igualmente pedimos por crecer en la responsabilidad de nuestra misión como familia cristiana con la vista puesta en el próximo Encuentro Mundial de Familias con el Santo Padre Benedicto XVI (Milán 2012). Para ello proponemos la inestimable ayuda que supone trabajar en nuestros respectivos ámbitos las catequesis elaboradas a tal fin con el sugestivo y oportuno título de «La Familia: el trabajo y la fiesta» encomendándonos a María Santísima Reina de las Familias.
Los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida.