Es comienzo de curso, reuniones, eucaristía de comienzo de actividades… al final una realidad: «todo por amor, es lo único que cuenta, todo por amor» y un amor que lleva a la pasión, «pasión por la Iglesia».
Cuantas veces nos ha hablado Chiara Lubich de su “pasión por la Iglesia, La «pasión por la Iglesia», de la que un día habló el Papa Pablo VI, dijo «que impera en los corazones de los verdaderos cristianos«.
Decía Chiara “… tiene que pasar del nivel del sentimiento al nivel práctico, donde el amor por la Iglesia entera, así como es -con sus instituciones, fruto de los numerosos carismas que el Espíritu Santo le ha dado y le da-, llama al conocimiento y el conocimiento llama a más amor.
Lo que el cristianismo enseña en el campo de la relación entre individuos -amar, conocerse, hacerse uno con los otros, hasta el punto de poderse comunicar los eventuales dones que Dios nos haya hecho-, tiene que ser trasladado a la esfera social, hasta conocer, estimar y querer a los otros Movimientos y Obras de la Iglesia y suscitar o aumentar entre todas la recíproca comunión de bie nes espirituales.
Nacería entonces una colaboración amada por la voluntad y por el corazón, y de este modo serviríamos realmente a la Iglesia que queremos.
Si en cambio no hiciéramos así, nuestra «pasión por la Iglesia» sería pura retórica y nos encontraríamos encerrados en nosotros mismos y aislados.
Además nuestro amor por el Papa se reduciría a efímero entusiasmo y a sensiblería, en cuanto no compartiríamos con él lo que él quiere: la vida de la entera Iglesia de Dios.”