El viernes 25 de marzo celebrábamos la festividad de la Anunciación del Ángel a María y la Encarnación del Señor. Cuando hace unos meses programábamos la Semana de la Familia de este año, nos alegrábamos de que esta fiesta tan entrañable y familiar la celebráramos dentro de nuestra semana diocesana de la familia.
Ese día nos proponíamos desde la mañana temprano, que en cada momento, ante cada situación, ante cada dolor, ante cada alegría, teníamos que decir que sí, como María. Ese era nuestro propósito, esa era nuestra manera de celebrar “Que siempre hay una razón para vivir” y acompañar nuestro “sí” con un “por Ti”.
Ya desde por la mañana temprano comenzamos a preparar toda la movida para la tarde. Tenía que ser una fiesta por la Vida; pero sobre todo una fiesta a la ternura, al cariño, al calor, a las caricias que necesitan toda vida.
Cuando por la tarde una muchachita a la pregunta de Antonio, de Derecho a Vivir” de qué hacíamos esa tarde en la Plaza de la Universidad, porqué aquel jaleo, la música, la gente… ella con la rotundidad de quien parece que dice qué preguntas, le dijo: “recordamos el sí de María a Dios”.
Y esa era la razón de estar en la Plaza de la Universidad esa tarde: Recordar el sí de María al que es la Vida y que le pedía permiso para hacerse humano dentro de ella. Y de todo esto, una llamada a ser defensores de la vida, una llamada dulce pero audaz.
Colegios, parroquias, grupos de jóvenes, religiosas, sacerdotes, muchos niños… la plaza se nos quedó chica, muchos movimientos familiares y animados por la presencia de Monseñor Martínez, que como uno más de la familia, cantó por la vida, por la belleza de la familia, y como nos dijo el miércoles y después nos recordó en la Eucaristía, la razón la verdadera razón que tenemos para vivir es Jesucristo, de quien procede toda vida.
Antes de relataros del viernes deciros nuestra impresión: “lo que es imposible para nosotros, es posibles para Dios” o como alguien nos dijo el sábado “Dios sabe más”.
Entre las canciones que seleccionamos “Celebra la Vida” de Axel que era el lema de la marcha con la canción de “En familia” de Alborada, el himno del V EMF de Valencia, y otras dos del Gen Rosso “Yo por ti” que nos animaba a ponernos en lugar el otro, en hacer el camino con los demás, y “Son mis manos”, hacen falta manos, personas desinteresadas y generosas que trabajen y colaboren por la vida. Ese viernes fueron muchas las manos que al final surgieron para trabajar por la vida, para CELEBRAR LA VIDA. Gracias a Antonio de Derecho a Vivir, a Encarnita que nos contó su testimonio en defensa de la vida, y a cada una de las persona que hicieron posible que el viernes marcháramos hacia la Catedral, donde dejamos en el gran árbol que habíamos instalado en la cancela nuestra razones para vivir, mientras íbamos al encuentro del que es la Razón con mayúsculas de nuestra vida: JESUCRISTO.
Concluimos con la Eucaristía presidida por Monseñor Martínez, con la participación de los Movimientos Familiares de la Diócesis y los bellos cantos del Coro de la Parroquia de San Miguel Arcángel de Granada, a los que queremos darle las gracias de manera especial.