25 de marzo de 2011 – Jornada por la Vida
SUBSIDIO PARA LA CELEBRACIÓN DE UNA VIGILIA EUCARÍSTICA.
1. Monición inicial
«La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, solo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando “hasta el extremo”, “hasta el total cumplimiento” (…). Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces “vivimos”»1.
Estas palabras del papa Benedicto XVI nos abren a la luz que da sentido a nuestra vida en todos sus momentos, especialmente en aquellos marcados por la cruz. Sin embargo, en nuestra sociedad son muchos los que no descubren que la vida es un bien cuando viene acompañada por minusvalías, pobreza, soledad, enfermedades graves o que se revelan ante el momento en que la propia vida se abre al encuentro definitivo con el Altísimo.
Por ello, la Jornada por la Vida que organiza cada año la Conferencia Episcopal Española viene enmarcada con el lema «Siempre hay una razón para vivir».
En esta Vigilia de adoración eucarística queremos orar ante el Señor de la Vida por todas las personas que en su dolor no encuentran una razón para vivir, para que descubran la dignidad y el sentido de su vida amada hasta el extremo por Jesucristo.
Queremos pedir también por los que formamos la Iglesia, para que con nuestro amor a la medida de Cristo sepamos acompañar la vida de de toda persona que sufre.
2. Exposición del Santísimo Sacramento
Mientras se entona un canto apropiado, todos se ponen de rodillas mientras se traslada el Santísimo Sacramento desde su Capilla al altar tal como describe el «RitualeRomanum» en el «De sacra Communione et de Cultu mysterii Eucharistici extraMissam», nn. 93-100 y el «Caeremoniale Episcoporum», nn. 1102ss.
El sacerdote, de rodillas ante el altar, inciensa el Santísimo Sacramento mientras continúa el canto (cf. Ritual n. 89).
3. Oración
Oremos.
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, palabra de salvación y pan de vida, desde el cielo al seno de la Virgen María, concédenos recibir a Cristo como ella, conservando la palabra de Dios en el corazón y anunciar con firmeza y amor el Evangelio de la vida a los hombres de nuestro tiempo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
4. Lectura de la Carta del Apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-30 (jueves de la semana XXX del tiempo ordinario – año I).
5. Salmo 102, 1-2, 3-4, 8-9, 10-11 (lunes de la semana XIII del tiempo ordinario – año I).
6. Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-16 (lunes y martes de la semana X del tiempo ordinario).
7. Meditación (Conviene subrayar las referencias a la presencia eucarística sacramental de Cristo. También cabría adaptar el Mensaje de los Obispos).
8. Preces
Señor Jesús, creemos y proclamamos que Tú, el Hijo de Dios, que por nosotros entregaste tu vida en la cruz, estás realmente en este Santísimo Sacramento. Escucha las súplicas que te dirigimos para que el Evangelio de la vida sea acogido, celebrado y anunciado por todos los hombres.
Respondemos a las súplicas diciendo:
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
Señor: en la Eucaristía eres Luz del mundo y Vida de los hombres. Concédenos acompañar a toda persona que sufre, manifestar el rostro compasivo de Jesucristo y ser testigos de esperanza.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Cristo Jesús: en la Eucaristía te adoramos como Señor y Rey de reyes. Ilumina a nuestros gobernantes para que defiendan la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor: en la Eucaristía nos enseñas a caminar en la luz del amor. Ilumina a las mujeres que han concebido un hijo para que recorran el camino de la vida y encuentren las ayudas necesarias.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Cristo Jesús: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Concede la gracia de la conversión a las personas que promueven o participan en el aborto, la eutanasia o cualquier atentado contra la dignidad de la persona.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor Jesús: en la Eucaristía nos amas hasta el extremo. Te presentamos a todas las personas que no encuentran una razón para vivir. Que descubran la esperanza en tu amor.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor: en la Eucaristía actualizas tu entrega en la cruz. Concede a todas las personas que sufren la enfermedad, la soledad o cualquier tipo de minusvalía o pobreza el don de unir su vida a tu amor crucificado.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor: en la Eucaristía te manifiestas como la Verdad encarnada. Guía a los científicos y profesionales de la medicina para que apoyen siempre la vida y rechacen toda práctica contraria a la dignidad del ser humano.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor Jesús: en la Eucaristía te manifiestas como el Esposo de la Iglesia. Concede a los matrimonios el don de tu gracia y a las familias ser el santuario de la vida.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Cristo Jesús: en la Eucaristía nos sales al encuentro revestido de pobreza y humildad. Bendice a las personas que sufren necesidades materiales.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor: en la Eucaristía eres Luz del mundo y Vida de los hombres. Concédenos el don de reconocerte en toda persona que sufre, acompañar su dolor y manifestar tu rostro compasivo.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
– Señor Jesús: en la Eucaristía eres el Pan que da la vida eterna. Líbranos del pecado que lleva a la muerte, concédenos la vida de tu gracia y a nuestros difuntos el gozo eterno.
R/. Oh Cristo, danos la «luz de la vida»
9. Bendición con el Santísimo Sacramento y Reserva
El sacerdote va ante el altar y se arrodilla. Entre tanto se entona la estrofa Tantum ergo u otro canto eucarístico. Tras la incensación –tres movimientos dobles– se levanta y dice Oremos. Todos oran en silencio durante algunos momentos. El sacerdote, con las manos extendidas, dice la siguiente oración:
– Les diste el pan del cielo.
R. Que contiene en sí todo deleite.
Oh Cristo, pan vivo bajado del cielo, te adoramos y te glorificamos, pues sabemos que, sin importar lo poderosa que sea la muerte, podemos encontrar en Ti la fuente de vida eterna. Escucha nuestra oración y haznos apóstoles intrépidos del Evangelio de la Vida, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria del Dios Creador y amante de la vida.
Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
El sacerdote recibe el humeral y tomando la custodia se vuelve hacia el pueblo trazando sobre él la señal de la cruz. A continuación tiene lugar la Reserva del Santísimo Sacramento.
10. Monición a la antífona mariana
Antes de despedirnos, confiemos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, la causa de la vida. Pongamos ante sus ojos, que son misericordiosos, a los niños a quienes se les impide nacer, a los pobres a quienes se les hace difícil vivir, a los hombres y mujeres víctimas de la violencia inhumana, a los ancianos y enfermos que ven amenazada su vida a causa de la indiferencia o de una presunta piedad; y pidamos que interceda por todos los cristianos para que seamos testigos del Evangelio de la Vida.
11. Canto de una antífona mariana
12. La alegría del Señor sea nuestra fuerza para proteger, defender y anunciar el valor sagrado del don de la vida. Podéis ir en paz.