EL SANTO PADRE EN LAS FAVELAS

Discurso del santo padre

El santo padre ha comenzado su discurso mostrando su cercanía con los brasileños diciendo que «habría querido llamar a cada puerta, decirles «buenos días»». Ha comentado la acogida que sintió desde el primer día de su visita y ha añadido que «cuando somos generosos en acoger a una persona y compartimos algo con ella —algo de comer, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo— no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos».

Fueron contundentes sus palabras sobre la solidaridad: «Y el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, esta palabra solidaridad es a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda, parece casi una palabrota».
E hizo un llamado a los poderes públicos y a los que tienen más recursos: «que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario». Muy claro también ha sido el santo padre al recordar que «ningún esfuerzo de «pacificación» será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma». Añadió que «la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza».

Haciendo mención al número 395 del documento de Aparecida, aseguró que la Iglesia «desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre». Es más «no hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales», entre los que ha indicado la vida, la familia, la salud, la educación integral y la seguridad.
Para finalizar su discurso, el papa Francisco se ha dirigido especialmente a los jóvenes y les ha animado: «queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar».

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