XI SEMANA DIOCESANA DE LA FAMILIA. RESEÑA DOMINGO 28 DE ABRIL.

OTRO DE LOS SECRETOS DE LA FAMILIA CRISTIANA:
“SOLO HAY UNA MANERA DE AMAR: AMAR COMO JESUS,
CON UN AMOR QUE LO CUBRE TODO”
Hoy tenemos que comenzar haciéndoos una confesión: ¡nos da pena que termine la Semana Diocesana de la Familia!, pero al mismo tiempo nos anima y alegra por que han sido unos días de crecer en las relaciones entre nosotros, entre las familias, entre los movimientos, y de crearlas nuevas; descubrir los dones que somos, los regalos que somos los unos para los otros; de reencontrarnos con una Iglesia viva, fuerte, una Iglesia que quiere salir al encuentro de cada familia, de cada persona, de cada prójimo que nos encontremos, y lo mejor aún: hacerlo juntos. Como os decíamos el otro día, una Iglesia que tiene que abrir las puertas y ventanas, y no solo para entrar en ella, sino sobre todo, para que nosotros salgamos al encuentro de las familias.
Otra confesión: ¿Qué titular para hoy?
No se nos va de la mente la imagen de nuestros seminaristas en San Agustín, la bella oración que han hecho, nos parecen un regalo de Dios para las familias; ese nos parecía un buen titular “Los sacerdotes: el regalo de Dios para las familias”, pero sentíamos que nos quedábamos cortos y era como algo muy profesional, como de vendedor; pero había algo más que nos llega de ellos, de cada uno de los seminaristas, viendo su juventud, su ilusión, su deseo de amar, de servir, de ser otro Jesús para cada uno de nosotros (basta recordar el Evangelio de hoy). Verlos, es ver a Jesús que nos ama a cada uno a través de ellos, con un amor que lo cubre todo: por eso al final nos hemos quedado con ese otro titular. Incluso, por las palabras de D. Javier esta tarde se nos ocurría otro: “mostrar a los demás la belleza del rostro de Cristo
Pero siguiendo el hilo de la semana nos parecía que el mejor titular para esta tarde y que podía ser para toda la semana que concluimos y al mismo tiempo otro secreto para cada la vida de cada familia, es redescubrir el amor de Jesús.
“Si nosotros, Jesús, viviésemos siempre el Evangelio que nos hace verte en todos, entonces juzgaríamos justamente, porque amaríamos con la caridad que, de por sí, todo lo cubre, todo lo espera todo lo soporta”… nos decía en cierta ocasión Chiara Lubich, hablando del “Arte de amar cristiano”.
Y una tercera cosa, al recordar la Eucaristía del domingo 21 en la Catedral como comienzo de esta semana dedicada vivir por la familia queríamos unirla a la oración de esta tarde: han sido el alma, la base de toda la semana, el punto de partida y llegada; estamos convencidos de que solo puede ser Dios, centro de la vida, el origen y fin de todo, Dios lo es todo.
Pero nos centramos en la tarde de oración con nuestros seminaristas.
Hemos cerrado los ojos,  nos hemos sentido tan cerca de Dios, en su presencia, hemos sentido como nos acariciaba, nos consolaba, como nos amaba con ternura infinita, y a través de la oración hemos tomado conciencia de la presencia de Dios entre nosotros, nos hemos sentido amados por Dios, como solo El sabe amar, hemos sentido que todo es caricia de Dios.
Ante el Santísimo expuesto, hemos rezado vísperas unidos a Cristo y a toda la Iglesia y a través de los salmos, cánticos y la meditación de la Palabra de Dios hemos pedido por las familias, de forma especial por las que sufren por la guerra, las divisiones, el paro… D. Javier, en unas emocionadas palabras, compartía con todos los presente, su deseo de llegar a cada persona, a cada casa de nuestra diócesis para decirles cuanto los quiere Dios, que los ama inmensamente, para mostrarles la belleza del  Rostro de Dios, nos pedía unir nuestras oraciones para pedir la gracia de ver como llegar a cada rincón de nuestra Diócesis. Recordaba emocionado las palabras del Beato Juan Pablo II cuando decía que “la nueva evangelización, o la hacemos juntos o no se podrá hacer”.
Salimos de San Agustín contentos y agradecidos con el deseo de con la ayuda de Dios, pedir la gracia de que nuestras familias sean nuevas, de que sean nuevas nuestras relaciones, nuestra política, una economía nueva que parta de la comunión, una educación nueva. Salimos ilusionados para llevar a Dios a cada rincón del mundo, que seamos las “custodias” del siglo XXI a través de las cuales pueda llegar la bendición de Dios a todos cuantos nos encontremos, empezando por las familias.

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